El profesor Hernando Salcedo nos ha hecho llegar el siguiente material. Es una exposición que refleja una profunda angustia y preocupación por el futuro de esta Casa de Estudios. Por los muchos males que la aquejan y por la perspectiva de que los mismos aumenten. Un cuadro que califica adecuadamente como tragedia y del cual no parece fácil desprenderse.
Este testimonio proviene de alguien que conoce bien la UCV y que ha estado en su recinto por muchos años. Su opinión, que va más allá de lo inmediato, para apuntar hacia la profunda crisis que vive este país y su universidad, es un material para la reflexión, para el análisis, y sobre todo una convocatoria para la acción.
No creemos, como lo hemos dicho muchas veces, que la suya como la nuestra, sea una voz solitaria en medio de esta comunidad. Estamos convencidos de que hay muchos miembros de esta institución que se ven atrapados en el marasmo que produce una situación cuando sobrepasa las posibilidades individuales de enfrentarla.
El llamado del Profesor Salcedo es a juntar inquietudes, angustias y esfuerzos para tratar de buscar respuestas, formular propuestas, generar una actitud que deje de ser sumisa o silenciosa, que sea capaz de hacerse oir en un tiempo y un momento crucial tanto para la vida de la institución como del país.
De allí que celebremos la carta de este profesor y pongamos el recinto piotamayista a la orden para ese necesario e impostergable debate. Son bienvenidos todos aquellos que tengan algún aporte, idea, propuesta o inquietud que manifestar. No hay otra agenda que no sea la que la misma comunidad coloque como esencial.
Y esta Cátedra, como siempre lo ha hecho, pone sus espacios, su trabajo y su aporte para contribuir a una accion colectiva, única que podrá sacar a esta institucion de las inmensas sombras que hoy la recubren.
COMUNICACIÓN DEL PROFESOR HERNANDO SALCEDO GALVIS
Caracas, 02 de mayo de 2008
Dr. Agustín Blanco Muñoz
Director-Fundador de la Cátedra Pío Tamayo
Universidad Central de Venezuela
Apreciado Profesor:
La presente comunicación tiene como propósito manifestarle mi apoyo y solidaridad a la labor académica que realiza la prestigiosa Cátedra Pío Tamayo, bajo su dirección, y la destacada función que ésta cumple al propiciar el debate académico en torno a problemas centrales que afectan la vida del país en dimensiones diversas: política, económica, cultural, histórica, historiográfica y ética, todas asociadas estrechamente a su desarrollo como nación libre, plural y soberana.
Deseo además felicitarlo muy cordialmente por su posición y puntos de vista expresados en su mensaje "LA CPT Y LAS ELECCIONES UCV", el cual me fue enviado por nuestra amiga común Profesora Luisana Ferrer, quien lo aprecia mucho y ha contribuido a incrementar mi interés por la situación tan crítica por la que atraviesa la Universidad Central de Venezuela, institución en la que hemos coincidido en nuestros estudios y trabajo constantes durante casi medio siglo.
Coincido también con usted acerca de la necesidad de una visión nueva y distinta de universidad, que esté en condiciones de responder adecuadamente, desde los planos académico, científico y ético, a los problemas que la asedian, para lo cual es una condición necesaria su autoevaluación, realizada de manera sincera, honesta y técnicamente sustentada, y no en la forma como hasta ahora se ha hecho: simulacros autolaudatorios permanentes, con escasa participación de la comunidad universitaria y casi ningún rigor teórico ni metodológico, excepto el derivado del sentido común y la improvisación.
Estoy de acuerdo con usted en que la universidad "ha perdido su función orientadora" y en su lugar vemos la suma de disfunciones institucionales, ineficiencia y corrupción inherentes al gobierno actual y a los anteriores. Ante este cuadro deplorable, sólo queda recurrir a la crítica fundamentada y profunda, sin concesiones. Las planchas que compiten no tienen planes suficientemente sustentados sino un conjunto de generalidades muy vagas y escasa sustentación, y es oportuno reclamar mayor seriedad y rigor en éste y muchos otros aspectos, pues el silencio sólo contribuye a la complicidad y al mantenimiento de un estado de cosas inoperante y altamente vulnerable.
En efecto, se observa una clara incongruencia entre lo que se ofrece en los "planes" presentados, lo que suele hacerse generalmente, y la necesaria consistencia académica, ética, científica y gerencial que debe caracterizar a la universidad como institución, y que se pretende exhibir ante el gobierno como ejemplo "de lo que debe ser" una universidad para este país. Pero ocurre que tal modelo ideal no existe en Venezuela, y más que un modelo a seguir, ¿no podría verse a la Universidad Central de Venezuela, en lo que a su gestión y coherencia institucional se refiere, como una suerte de "muestra representativa" de lo que es este país en los momentos actuales?
Como educador y evaluador por formación, siempre he opinado al respecto que estos intentos de las autoridades rectorales, asociados generalmente a momentos electorales, y los cuales he seguido de cerca durante tres décadas, si bien revisten interés, contribuyen a afianzar la falsa y cómplice percepción según la cual "todo marcha bien", con lo cual se abona cada vez más el terreno para reforzar la inercia, las prácticas y rutinas tradicionales, sin un real esfuerzo asociado a una planificación estratégica dirigida a la actualización y el mejoramiento de la calidad de la institución en todas sus instancias y programas, como una vía para poder dar respuestas adecuadas a los múltiples problemas que enfrenta diariamente.
Sólo a través de proyectos y programas fundamentados en el conocimiento de la historia reciente de la institución, su evolución, y unos principios y filosofía generados a partir de los cambios ocurridos en la generación de nuevos conocimientos como producto de los grandes debates que han tenido lugar durante las últimas cinco o seis décadas en los campos de la filosofía de la ciencia y la ciencia en general, podrá la universidad salir airosa en su contribución al desarrollo general del país. Por el contrario, continuar bajo la inercia y rutina actuales, la conducirá a su colapso definitivo.
Los múltiples esfuerzos de "renovación", "transformación", "reforma", "reconversión", o "evaluación" –entre otras denominaciones-, no han dejado una huella de mayor trascendencia, más allá de los reiterados discursos acerca de la "falta de presupuesto" y otras quejas que se repiten hasta el cansancio. Pero nunca se oyó –al menos no las he oído en mis numerosas participaciones en estos eventos- un discurso audaz y optimista, caracterizado por un énfasis en lo que debe hacerse de inmediato, aun dentro de las limitaciones de todo tipo, con la participación mayoritaria de la comunidad universitaria.
Así, de las llamadas "jornadas de análisis y evaluación de los estudios de postgrado", por ejemplo, realizadas con el apoyo de todos los equipos rectorales a partir de 1980, sólo queda el recuerdo, plasmado en algunos papeles dispersos, pero no propuestas firmes, sustentadas teórica y conceptualmente, acerca de qué cambios son prioritarios y cómo llevarlos a efecto.
Al parecer, las mayores motivaciones han estado basadas generalmente en el propósito de hacer ver que en la universidad se está haciendo algo importante para mejorar su funcionamiento y su "contribución al desarrollo del país", pero no se ha pasado de allí; no se ha hablado, por ejemplo, de realizar un diagnóstico real, profundo y sistemático, que vaya a las propias raíces de los males que aquejan a la institución, como son: (a) la enseñanza que se imparte, sin un sustrato vinculado a las diversas concepciones de aprendizaje existentes; (b) la definición de la enseñanza, confundida con la noción vaga de "docencia", en la que se incluyen actividades y funciones diversas; (c) la función de investigación/creación, predominante de orientación positivista en el caso de la educación y las ciencias sociales, como la evidencian análisis de los libros de texto o manuales de enseñanza de la denominada "metodología de la investigación" realizados por quien escribe estas líneas; (d) la función de extensión, considerada como algo accesorio y de escasa proyección; y (e) la gestión académica, que exige una formación básica en los principios de la gerencia moderna, pero que es ejercida fundamentalmente por los dividendos que proporciona en términos de la ganancia de adeptos para posibles posiciones de mayor envergadura en la estructura viciada de la institución. Con estas debilidades y vicios, es muy difícil dar respuestas oportunas y adecuadas a las exigencias del nuevo modelo de universidad que reclama el país y su entorno internacional.
En lugar de visiones como la aquí esbozada, se continúa trillando el mismo camino tantas veces transitado y sin los resultados esperados, aun dentro de tan estrechas expectativas. Estas expectativas de corto alcance y en muchos caso ya promocionadas con anterioridad, están presentes en las tres opciones propuestas en esta oportunidad en que se eligirán las autoridades rectorales para el período 2008-2012. Aunque difieren en algunos aspectos formales, en las tres, y especialmente en la encabezada por la profesora Cecilia García Arocha -como se lo he manifestado en forma escrita a los integrantes de su plancha en varias oportunidades-, predomina la vaguedad, la ausencia de fundamentos y principios relativos a la filosofía universitaria que orientará su gestión, así como aspectos álgidos relacionados con la enseñanza, el diseño curricular y la evaluación, que constituyen el núcleo matriz a partir del cual se debe evaluar la calidad y excelencia de cualquier institución universitaria en cualquier país del mundo, siempre con miras a su mejoramiento integral.
Desde esta perspectiva, lo que se impone en estos momentos tan especiales, es la necesidad de dar respuestas contundentes en los planos académico, científico, tecnológico, económico y particularmente político, a un gobierno transgresor, autocrático, ineficiente en extremo, violador permanente de la Constitución Nacional vigente y del estado de derecho, lo que se manifiesta en el desconocimiento flagrante del resultado del Referéndum del 2 de diciembre de 2007, en el que triunfó contundentemente el NO a la "Reforma" anticonstitucional propuesta por el presidente de la República.
No obstante, dicha "reforma" se está aplicando "a paso de vencedores" en todos sus aspectos con la mayor desvergüenza y arrogancia, y el apoyo incondicional de todos los poderes públicos, que obedecen sin objeción alguna sus torvas decisiones. Mientras tanto, la Universidad Central de Venezuela permanece en silencio, y este silencio, cauteloso o cómplice, se refleja también en las alternativas que compiten en las elecciones a realizarse dentro de una semana.
Entonces, no se trata de repetir el mismo discurso, plagado de lugares comunes ya sometidos aprueba en el pasado reciente, sino de asumir la responsabilidad y disposición claras, firmes y sin vacilaciones, de enfrentar tal situación y asumir el compromiso de emprender una suerte de cruzada contra la ineficiencia, la corrupción, la indiferencia cómplice, la rutina y la mediocridad, que están presentes también en buena parte la llamada "primera casa de estudios del país" (UCV) y, por añadidura, "patrimonio cultural de la humanidad".
Tal actitud valiente y esencialmente ética se hace imprescindible en esta oportunidad, diferente de las elecciones anteriores, ya que lo que está en juego es la existencia misma de la Universidad, con su capacidad para ser la sede por excelencia del pensamiento libre y pluralista, así como su más amplia discusión y difusión. Para ejercer tales cargos sólo califican los mejores candidatos o candidatas, en los aspectos académico, ético, político y de integridad personal, dispuestos a no repetir el ritual ventajista y manipulador en que se han convertido estos procesos.
Finalmente, quiero manifestarle mi interés en sostener con usted una conversación en la cual, de ser posible, participe Luisana y otras personas interesadas genuinamente en salvar a la Universidad de la tragedia que significaría el caer en manos inescrupulosas, apegadas a las prácticas clientelares de siempre, no dispuestas a luchar por un cambio profundo de su estado actual sino quizás a entregarla en bandeja de plata a un gobierno indigno, corrupto, ilegítimo, autocrático, ineficiente y profundamente adverso a todo lo que signifique rigor académico, científico y ético. Esta iniciativa tendría que hacerse realidad en los dos próximos días, pues el tiempo ya se acaba para tal acción.
Lo saluda cordialmente,
Dr. Hernando Salcedo Galvis